Barcos de recreo acosan a las ballenas en la costa valenciana
El viernes 25 de junio a las 12.00 de la mañana en
la cara norte del cabo Prim frente a Xàbia y a unos 20 metros de profundidad
integrantes de un centro de buceo se encontraron un pez luna (nombre
científico: Mola mola) muerto. Según los buzos que lo encontraron, tenía marcas
de hélices y signos evidentes de haber sido embestido por una embarcación a
motor.
Así lo ha contado este miércoles Ecologistes en
Acció, que alerta de que este “desgraciadamente no es un hecho aislado: la
creciente masificación náutica genera graves problemas medioambientales, cada
vez existen más embarcaciones recreativas y la gran mayoría de los usuarios del
sector recreativo a motor toman a la naturaleza y al mar como un objeto de
consumo, sin tener en cuenta el grave impacto que generan”.
Según los ecologistas, en primer lugar aquellos
usuarios que utilizan el mar como un circuito de alta velocidad además de
provocar muertes directas como el caso del pez luna, también matan a otras
especies, muchas de ellas protegidas como delfines. En segundo lugar, el
potente ruido de los motores supone una grave contaminación acústica y altera
los hábitos de la fauna marina, por ejemplo, provocando comportamientos de
estrés, pánico y fuga.
Y por fin, sigue esta entidad, las embarcaciones a
motor suponen un gasto innecesario y masivo de combustibles fósiles: “Parece
increíble que a estas alturas con la situación de calentamiento global y la crisis
de energías, se pueda dedicar tanta cantidad de combustible a este tipo de
actividades de ocio. Incluso debemos destacar que los humos, los aceites y las
pérdidas de combustibles son otros agentes contaminantes”.
Pero este no es el único hecho censurable en alta
mar que denuncia Ecologistas en Acció. Esta organización también ha informado
de que el sábado 26 de junio un grupo de ballenas rorcuales fueron vistas en la
costa de la Marina Alta y “enseguida un grupo de embarcaciones se pusieron a
perseguirlas como si de una diversión o de un espectáculo de consumo se tratase
y sin pensar en las consecuencias que un comportamiento de acoso puede
provocar, al menos estresar a los animales”.
“Consideramos que es correcto que unas pocas
embarcaciones, con tripulaciones académicamente calificadas, participen en
estudios científicos y hagan los seguimientos con vistas a mejorar el
conocimiento y situación de los cetáceos; pero el resto, la mayoría de
embarcaciones recreativas que estaban persiguiendo en las ballenas, de hecho lo
que estaban haciendo era contaminar y estresar”, siguen los ecologistas.
“En la misma cara norte del cabo Prim se produjo la
imagen que dejamos justo encima de estas líneas y que prácticamente no necesita
comentario. La situación, que como mínimo fue peligrosa para las ballenas,
debió significar para los usuarios de la embarcación quizás un poco de
adrenalina y una anécdota más que añadir a su ego o tal vez navegaban a tanta
velocidad que iban ni siquiera vieron las ballenas”, critican los ecologistas
con dureza. Esta entidad recuerda además que existe una legislación específica
que ordena guardar la distancia con las ballenas especialmente por la parte
frontal y no seguirlas por detrás a una distancia inferior a 300 metros: “De
hecho lo deseable sería no perseguirlas”.
“Desgraciadamente, la migración de las ballenas se
está convirtiendo en un espectáculo: en otros lugares del planeta donde es más
fácil y previsible verlas, es ya un reclamo turístico y hay empresas que van
detrás de las ballenas. En la Marina Alta no hemos llegado a tanto, pero sí se
está empezando a vivir lo que podríamos llamar 'caza de selfie con ballena', es
decir, grupos de embarcaciones a motor que van detrás de las ballenas para
hacer la foto”, lamentan.
Los ecologistas han advertido de esta situación al
Ministerio de Medio Ambiente (MITECO) en el que le advierte de que la expansión
del sector náutico va a más sin medidas de protección como los los planes de
gestión de las ZEC/ZEPA (Zona de Especial Conservación/ Zona de Especial
Protección de las Aves marinas) que llevan dos años sin aprobarse.
En este sentido, los conservacionistas defienden que
en esos futuros planes deberían dictaminarse “limitaciones de velocidad y
restricciones a la movilidad de las embarcaciones recreativas, por ejemplo,
prohibición de navegar a motor en ciertas zonas como el freo del Portitxol o
incluso toda la franja situada a 200 metros de la costa, ya que en los
acantilados hacen el nido aves protegidas y la contaminación acústica de
motores y música procedente de las embarcaciones son un factor de estrés en un
entorno natural”.
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