Más del 30% de las aguas subterráneas españolas están contaminadas por nitratos
Más de un tercio de las aguas subterráneas de España está contaminado por nitratos, lo que supone un riesgo para la salud humana, pues su consumo vía comida o bebida se relaciona con varios tipos de cáncer, así como para la propia "vida" de las aguas, pues las altas concentraciones de nutrientes lleva a su eutrofización o "muerte por asfixia".
En un estudio elaborado por Ecologistas en Acción
con datos del Ministerio para la Transición Ecológica, se denuncia que, en
2022, el 11 % de las aguas superficiales de España y el 37 % de las
subterráneas presentaban concentraciones por nitratos superiores a la norma de
calidad ambiental.
En el caso de las aguas superficiales, las cuencas
más afectadas son las del Segura (22 % del agua contaminada por nitratos),
Júcar (24 %) y Cuencas Internas de Cataluña (27 %).
Por su parte, las demarcaciones con aguas
subterráneas más contaminadas son Melilla (67 %), Guadiana (58 %), Baleares (54
%), Segura (53 %), Duero (49 %) y cuencas fluvial de Cataluña (41 %).
Ese mismo año, 2022, según el Ministerio de Sanidad,
171 municipios españoles detectaron en alguna de sus redes de distribución
valores de nitratos por encima de los 50 mg/l permitidos por la normativa, lo
que afectó a 214.851 habitantes.
Las causas de esta contaminación se encuentran en la
ganadería intensiva, el uso masivo de fertilizantes en la agricultura,
especialmente en el regadío y, dado que ambas actividades económicas siguen
creciendo en nuestro país, es previsible que también lo haga al mismo ritmo
este tipo tan peligroso de contaminación para la salud humana, según la organización ecologista.
Efectos de la
contaminación por nitratos
El exceso de nutrientes, como el nitrógeno amoniacal
o el fósforo (en su mayoría procedentes de la agricultura), provoca la
proliferación de algas en aguas (eutrofización) que se "comen" todo
el oxígeno presente y hacen prácticamente imposible la subsistencia de otras
formas de vida.
También pueden originar un aumento de determinadas
especies como las cianobacterias capaces de segregar toxinas (microcistinas).
El deterioro ambiental conlleva el aumento del
riesgo de contaminación por nitratos de los puntos de captación del agua de
consumo humano, lo que dificulta y encarece la potabilización y pone en riesgo
a la población.
La presencia de nitratos en el agua de consumo
humano es causa de preocupación dada su toxicidad relacionada con la formación
de dos tipos de sustancias: nitritos y compuestos N-nitrosos.
La reducción del nitrato a nitritos puede ocasionar
metahemoglobinemia (elevada metahemoglobina en sangre que hace que no llegue
suficiente oxígeno a los tejidos), cuyos síntomas incluyen dolor de cabeza,
mareo, cansancio, falta de aliento, náuseas, vómitos, latidos cardíacos
rápidos, pérdida de coordinación muscular y piel azulada.
Además, los nitritos reaccionan con aminas formando
nitrosaminas, de las cuales se sabe que tienen una actividad carcinógena, y la
formación de compuestos N-nitrosos se asocia con malformaciones congénitas.
Más controles
y endurecer los límites
El acceso al agua potable es un derecho reconocido
por la ONU, por lo que "el hecho de que se suministre agua contaminada no
apta para el consumo a más de doscientas mil personas en nuestro país, supone
un claro retroceso en cuanto a calidad de vida, según Ecologistas en Acción,
que pide que se intensifiquen los controles en los puntos de abastecimiento.
Además, reclaman que se reduzca el valor límite
máximo permitido de nitratos porque es "inadmisible" que en el agua
potable se permitan 50 mg/l de nitratos, "conocida su implicación en el
desarrollo de cánceres", en particular el colorrectal.
En cuanto a la contaminación ambiental, exigen que
se reduzca el uso de abonos nitrogenados en, al menos, el 20 % que establece la
Estrategia de la Granja a la Mesa de la Unión Europea, y que se frene la
expansión de la ganadería intensiva impidiendo la apertura de nuevas
instalaciones.
Para Ecologistas en Acción, los responsables
económicos causantes de la contaminación (ganadería y agricultura intensivas)
deben pagar los sobrecostes de la potabilización del agua, necesaria a causa de
sus acciones contaminantes.
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