Los apicultores valencianos denuncian los bajos precios de la miel por el aumento de importaciones de terceros países
La Unió Llauradora i Ramadera denuncia que los
precios de la miel se sitúan muy bajos para los productores, fundamentalmente
por el fuerte aumento de las importaciones de terceros países y a la existencia
de cada vez menos compradores que ejercen una posición de dominio.
Pese al descenso en la cosecha de la miel autóctona
de azahar las cotizaciones van en sentido decreciente. Mientras el pasado año
se pagaba entre 4,50 y 5 €/kg, este año no pasa de 3,80. De las otras mieles
como romero, espliego, bellota, la situación aún es peor porque no ha habido
apenas cosecha.
En un escenario productivo “cada vez más
complicado”, las importaciones masivas de terceros países como Argentina,
China, Rumania, México, Turquía, Ucrania y Uruguay a precios “extremadamente baratos
terminan por dinamitar la viabilidad del sector”.
En este sentido, LA UNIÓ reclama que “la miel
importada alcance los mismos estándares de calidad que la que se produce en la
UE, y especialmente en el acuerdo Mercosur, que facilitaría aún más la entrada
de miel de varios países de Sudamérica de los que actualmente se importan
grandes cantidades”.
También demanda una actualización inmediata de los
métodos de detección de adulteraciones y mezclas con jarabes de forma masiva,
como recientemente se ha conocido que ocurre en gran parte de las mieles
importadas por la UE.
La organización propone así mismo una mejora del
etiquetado actual de las mieles para que el consumidor pueda identificar de una
forma más clara que es lo que consume y de dónde procede.
Las ayudas estatales al sector apícola son
totalmente “insuficientes” -solo 5 millones de euros- y están mal planteadas
desde el principio ya que que las cantidades a percibir los apicultores son muy
bajas y no cubren más que una mínima parte de los costes reales de los
apicultores.
“No sirven por tanto para resolver la situación por
la que pasan los productores que han visto cómo se han duplicado sus costes de
producción en el último año“.
El contexto de sequía y el conflicto bélico en
Ucrania “no ha hecho sino agravar la crisis que ya atravesaba a lo largo de los
últimos años la apicultura: problemas sanitarios y climatológicos que afectan a
la producción, importación masiva de miel a precios reducidos, impacto del combustible
especialmente a la apicultura trashumante y otras materias primas, etc”.
Los costes de producción en el sector apícola se han
disparado como consecuencia del aumento precio de las materias primas y la
necesidad de aumentar tratamientos y alimentación de las abejas debido a la
situación de sequía que se está viviendo en los últimos años.
Por ejemplo, de gastar unos 9 €/colmena en
alimentación en 2021 se ha pasado a los 19,2 €/colmena por el incremento del
coste y por la sequía, que alarga el periodo de alimentación. Asimismo, en
carburantes se ha pasado de necesitar 10,75 €/colmena en 2021 a 15,56 €/colmena
en 2022.
Por ello, la Unió advierte que “es necesario un
apoyo económico real para mitigar el impacto de la guerra en el aumento de los
costes de producción“.
Además, considera que, si bien el MAPA “enfoca el
escaso presupuesto en apicultores profesionales, la forma de plantearlo deriva
en grandes diferencias por beneficiario, de forma que dentro de los tres rangos
de apoyo según número de colmenas se dan diferencias de hasta 3,67 €/colmena
entre unos beneficiarios y otros“.
Por estos motivos, la Unió pide al Gobierno que
“incremente sustancialmente los valores de la ayuda y se complementen en cada
comunidad autónoma, como se ha hecho en otros sectores ganaderos, para asegurar
la sostenibilidad y continuidad de esta actividad esencial”.
Solicitan asimismo que también “se tenga en cuenta
la situación real del sector apícola y que se establezcan medidas de apoyo
adecuadas para afrontar los desafíos derivados de las condiciones climáticas
adversas como es el caso de la sequía; depredadores que provocan una merma constante
de la población en la colmena, como el abejaruco o ante la amenaza de la
introducción de la Vespa Gigante Asiática; y los graves problemas sanitarios
que sufren las colmenas y que ponen en peligro la supervivencia del sector”.
Finalmente, la organización recuerda que la
apicultura “no es sólo una actividad económica relevante, sino que juega un
papel crucial en la polinización de los cultivos y en la conservación de la
biodiversidad de la Comunitat Valenciana“.
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