“Si pensamos en grande los pueblos nunca van a estar a la altura de los criterios exigidos”
infoJUCAR | La presidenta de COCEDER, Tamara Balboa
García, reflexiona sobre las desigualdades del medio rural español
El pasado 17 de octubre
se celebraba el “Día Internacional para la erradicación de la pobreza” y
durante esta semana, también queríamos centrarnos en la desigualdad que sufre
el territorio rural.
Por ello, la presidenta
de la Confederación de Centros de Desarrollo Rural – COCEDER, Tamara Balboa
García, ha querido reflexionar sobre este tema, y que ahora compartimos.
“Empecemos a pensar
desde lo pequeño. Si pensamos en grande los pueblos nunca van a estar a la
altura de los criterios exigidos. La pobreza rural no es sólo un tema
económico. Es el aislamiento, la desconexión, la incomunicación y el fruto de
políticas equivocadas centradas en infraestructuras o servicios totalmente
inviables e insostenibles, de ahí que las políticas en el medio rural, debido a
las variaciones poblacionales, deben ser ante todo versátiles y tratar de
aprovechar sinergias, colaboraciones y consensos en cuánto a ratios a aplicar
en servicios educativos, sociales o formativos.
No es lo mismo trabajar
en una cabecera de comarca que tener que moverse por los pueblos. No podemos
establecer el mismo número de alumnos/as por profesor en un colegio de un
ayuntamiento rural que en cualquier otro centro educativo. El criterio
poblacional no puede ser el único para determinar la ubicación de los
servicios: hay que tener en cuenta la dispersión geográfica, vías de
comunicación, posibilidad de transporte público… e incluso plantear servicios
móviles.
Debería ser imposible la
existencia de pobreza justo allí donde casi sale espontáneamente mucha de esa
riqueza que podría paliar la situación. Deben favorecerse las condiciones
propicias para que se empiece a producir riqueza y para que esta llegue al
mayor número de población posible evitando la concentración y el acaparamiento
de tierras y recursos en manos de unos pocos. Algo que empieza a ser habitual,
sobre todo en pequeños pueblos en los que empresas externas están accediendo a
grandes extensiones de terreno para diversas explotaciones: mineras, agrícolas,
producción energética…
Burocracia contra desarrollo
Tenemos un medio rico,
muchas veces versátil, muchas veces con abandono de explotaciones productivas,
conviviendo con pobreza y necesidad. La razón de que esto ocurra evidentemente
no es natural, sino fruto de la burocracia que arrastra a esta pretendida
sociedad del bienestar. Esta realidad, también nos hace patente que no sólo es
necesario tener un modo de ganarse la vida en el medio rural, sino también, que
necesitamos servicios educativos, sociales o sanitarios y comunicaciones de
calidad.
Los procesos
administrativos que en su esencia deben ser garantistas, no lo son tal. La
corrupción crece en progresión geométrica al lado que incrementamos estos
procesos, convirtiéndose en una traba para poder acceder a la utilización de
recursos por aquellos/as que de entrada están en una situación de desventaja.
Hemos fragmentado tanto
la estructura administrativa que a veces se hace inoperativa, con departamentos
estancos a veces incomunicados e incluso con acciones contrarias. Los ríos a la
confederación, los montes a las direcciones generales forestales, la
agricultura al departamento correspondiente, medio ambiente por otro lado,
patrimonio por otro… y así toda la estructura ministerial y autonómica y ahora
los ciudadanos/as de a pie pongámonos a emprender cualquier proyecto con esto y
esperamos a que lleguen todos los permisos y licencias.
Carreteras e infraestructuras para volver, no para
huir
A veces pensamos que las
infraestructuras son suficientes para el desarrollo. El medio rural es un claro
ejemplo de que no es así: las carreteras muchas veces han servido más como
rutas de evasión que de retorno y esto ha quedado patente cuando la mejora de
las comunicaciones ha propiciado que muchos habitantes del medio rural hayan
mantenido su trabajo en este, pero se hayan trasladado a vivir a las ciudades
provinciales o a las villas cabecera de comarca.
Por otro lado,
encontramos muchas otras infraestructuras que su razón de ser fue su propia
construcción y que después protegidas por normas sectoriales de departamentos
específicos impiden que sean empleadas por otros departamentos y que estén
disponibles para ser utilizadas por los habitantes del medio rural o incluso
acoger a nuevos pobladores. Sirvan como ejemplo, miles de viviendas de
maestros, antiguos cuarteles, obras públicas… que están cayéndose al suelo
mientras al mismo tiempo hay miles de personas sin una vivienda digna.
Estas estructuras
creadas desde lo urbano chocan para proteger el medio rural y consumen
enormemente los recursos y energías de los pobladores. Las incompatibilidades y
ordenes contra ordenes quedan patentes en demasiadas ocasiones y mientras cada
departamento legisla por su lado, el medio rural español se despuebla a pasos
agigantados cuando no es tiempo de pensar sino de actuar. Los municipios en los
que la media de edad supera los cincuenta años no están para más esperas y esta
no es la realidad de uno ni de dos, es la realidad de cientos.
La principal especie amenazada… es la humana
Los habitantes del medio
rural sabemos bien las especies animales que han desaparecido o están en riesgo
de desaparecer por el abandono del campo o la modificación en las prácticas
agrarias.
Si se consigue
dignificar el medio rural, revalorizar y facilitar trámites y donde los métodos
para hacer no estén encorsetados en formularios y protocolos habremos avanzado
mucho. Los costes de garantizar, controlar y proteger no pueden tener como
resultado el abandono, ya que la principal especie amenazada en muchas zonas es
la humana y cuando esta cae las demás se resienten, ya que los ecosistemas
deben estar en equilibrio y en el medio rural es necesario mantener al hombre
para preservar otras especies.
Es necesaria una
agricultura y una ganadería sostenible y respetuosa con el entorno que además
de ayudar a mantener una rica biodiversidad que estamos perdiendo junto a otros
muchos saberes, tiene otros muchos beneficios contra la lacra de los incendios
forestales. Esta agricultura y ganadería muchas veces bajo los criterios
administrativos no es rentable, ni moderna, pero es sostenible y con más
facilidades y menos trabas ayudaría a mantener población. Y es que la ganancia
se ha pretendido conseguir con el aumento de la producción y de la dimensión de
las explotaciones y no así con el aumento del valor de los productos y la
puesta en valor de su calidad.
Debemos pensar para qué
y donde queremos producir y facilitar los canales cortos de comercialización.
Fomentar las pequeñas explotaciones está en manos de las administraciones,
empezando por consumir estos productos en sus propios servicios de
restauración.
Hablar con quienes pisan la tierra y no desde la
lejanía
Hay algo tremendamente
importante para luchar contra la pobreza en el medio rural: preservar saberes y
fomentar su recuperación. Debemos recordar que hasta no hace tanto nos hacían
autosuficientes. Démosle valor, fomentemos su recuperación, muchas tecnologías
eficientes y respetuosas con el entorno que es necesario preservar.
Algo fundamental que se
les escapa a todas las administraciones a la hora de legislar sobre el medio
rural es poner los pies en la tierra y buscar a los interlocutores válidos y
autorizados, que son los propios habitantes, Ellas y ellos son los verdaderos
expertos en su territorio. No se puede legislar sobre un territorio desde la
lejanía. No se puede gobernar un ayuntamiento rural en el que no se vive y cada
vez empieza a ser más frecuente que ni los propios alcaldes vivan en los
pueblos.
Somos expertas en vivir mejor con menos
Las ciudades están
generando grandes bolsas de exclusión. Muchas de estas situaciones parecen
irreversibles, con el acceso a la vivienda y a un empleo digno y de calidad
como principales problemas. Parece claro que esta sociedad no va a generar
muchos más empleos, las nuevas tecnologías están substituyendo la mano de obra
humana. Esta realidad nos debe hacer plantear el futuro de un modo diferente y
empezar a valorar lo que hasta ahora hemos denostado, empezando por la calidad
de vida que un medio rural con unos servicios adecuados puede ofrecer.
La exclusión social en
el medio rural no es tan extrema como en las ciudades. Las personas no son
anónimas en los pueblos: los miramos a la cara y tienen nombre. En el medio
rural es difícil ver a personas sin techo, hemos sido capaces de aprender a
vivir a con menos y la solidaridad era uno de los valores por excelencia.
El vivir con menos para
vivir mejor es uno de los retos que tenemos como sociedad para mantener
simplemente este planeta habitable y ello pasa por un territorio habitado, un
consumo responsable y sostenible de recursos y la producción de alimentos desde
la proximidad y no por la concentración de millones de personas en grandes
urbes que tal y como las conocemos empiezan a asfixiar en todos los sentidos”.
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