El Mediterráneo se llena de peces tropicales llegados del Mar Rojo
El aumento sostenido de la temperatura del mar en el Mediterráneo está favoreciendo la llegada y consolidación de especies propias de aguas cálidas, como el pez león, provocando cambios profundos en la biodiversidad y en el equilibrio de los ecosistemas.
El progresivo calentamiento del agua del Mediterráneo no es solo
un dato climático: supone una transformación directa del medio marino. El
incremento térmico modifica la densidad del agua, la circulación oceánica, la
disponibilidad de oxígeno y, sobre todo, los rangos de
temperatura que muchas especies pueden tolerar. Este proceso
reduce las barreras naturales que antes frenaban la expansión de organismos
tropicales hacia mares templados, ampliando las condiciones favorables para su
supervivencia y reproducción durante más meses al año.
Efectos
visibles en fauna, hábitats y comportamiento de las especies
El fenómeno alcanza tanto la superficie como capas profundas del mar, condicionando
rutas migratorias, zonas de cría y patrones de alimentación.
Al mismo tiempo, las temperaturas elevadas aceleran los ciclos biológicos de
especies oportunistas, que encuentran menos límites ambientales y se expanden
con mayor rapidez. En ecosistemas ya presionados por la sobrepesca y la pérdida
de hábitats, el calor actúa como una presión
adicional que facilita cambios duraderos en la composición de
las comunidades marinas.
El
Mediterráneo oriental, la primera señal de alarma
En las costas del Mediterráneo oriental, científicos y profesionales del mar
llevan años documentando un fenómeno cada vez más evidente: la llegada y rápida expansión de especies invasoras.
El pez león se ha convertido en uno de los símbolos más claros de esta
transformación. Buzos de zonas como Antalya relatan que, donde antes apenas se
veían uno o dos ejemplares por inmersión, ahora pueden contabilizar entre 15 y
20, algo impensable hace apenas una década. Su elevado potencial depredador ha
reducido notablemente la presencia de peces pequeños en algunas áreas,
alterando de forma significativa la cadena trófica.
Las mediciones marinas acompañan
esta percepción. Se han registrado en profundidades de 30 metros temperaturas
cercanas a los 29°C, cuando a principios de los años 2000 lo habitual era
rondar los 25°C. En superficie, el termómetro ha llegado incluso a rozar los
32°C en episodios puntuales de verano. Un mar que
permanece tan cálido durante tanto tiempo crea las condiciones ideales para que
estas especies encuentren estabilidad, se consoliden y avancen.
Una
tendencia que preocupa a la comunidad científica
Investigadores internacionales advierten que el Mediterráneo oriental es ya la zona más cálida del mar y la que se está calentando con mayor
rapidez. A ello se suma un flujo constante de especies
procedentes del Mar Rojo, intensificado desde la ampliación del Canal de Suez
en 2015, lo que facilita la entrada y establecimiento de fauna foránea con gran
capacidad de adaptación, capaz incluso de desplazar a las especies autóctonas.
Los datos recientes confirman esta
evolución. Instituciones científicas como Mercator Ocean International han
constatado que el Mediterráneo registró en junio y julio algunos de los meses
más cálidos desde que existen registros, con una temperatura superficial media
que superó ampliamente los valores habituales. En paralelo, especies como el pez conejo han recorrido ya más de 1.700
kilómetros desde el Canal de Suez hasta aguas de Malta, evidenciando una expansión sostenida hacia el oeste.
Un
reto ambiental que ya está en marcha
El aumento de la temperatura del mar no se limita a un episodio puntual, sino
que apunta a una transformación estructural del
Mediterráneo, con consecuencias directas sobre su
biodiversidad, sus ecosistemas y las actividades humanas vinculadas a ellos. La
comunidad científica insiste en la necesidad de vigilancia, investigación
continua y medidas de gestión que permitan mitigar los efectos de este cambio.











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