LOS INCONVENIENTES DE CONSTRUIR SIETE ALMACENES TEMPORALES DE RESIDUOS NUCLEARES EN VEZ DE UNO
© J. Guillermo Sánchez León - Modelización matemática.
IUFFyM - Universidad de Salamanca | En España existen siete reactores nucleares en
funcionamiento y tres en distintas fases de desmantelamiento ubicados en siete
emplazamientos, pues algunas centrales tienen más de un reactor. Un reactor de
agua a presión típico, de 1.000 MW de potencia eléctrica, contiene 157
elementos combustibles, de los que cada año y medio se reemplaza un tercio, lo
que equivale aproximadamente a 20 toneladas de uranio al año.
Cuando un elemento combustible ha permanecido dentro
del reactor durante tres ciclos se considera combustible gastado. Si bien está
clasificado como residuo radiactivo de alta actividad, este material conserva
gran parte de su poder energético y podría reciclarse y reutilizarse, aunque
este proceso no se contempla en España.
En diciembre de 2004 la Comisión de Industria del
Congreso de los Diputados optó por un almacén temporal centralizado (ATC) como
mejor solución para guardar el combustible nuclear gastado y otros residuos de
alta actividad. Tras una convocatoria pública se acepta la candidatura de
Villar de Cañas (Cuenca) como lugar para construir el ATC.
Aquel proyecto, paralizado desde 2018, se ha
descartado definitivamente. El pasado 7 de noviembre la propuesta de 7ª Plan
General de Residuos Radiactivos del actual Gobierno plantea construir siete
almacenes, uno en cada central nuclear, a los que ha denominado almacenes
temporales descentralizados.
Hasta ahora, el combustible gastado se ha ido
almacenando en cada central. Una excepción es la central nuclear de Vandellós I
(parcialmente desmantelada y en fase de latencia), cuyo combustible se envió a
Francia y se recicló, reduciéndose a 13 metros cúbicos de residuos de alta
actividad vitrificados. En 2014 debían haber sido devueltos a España. Hasta que
regresen, seguimos pagando una penalización del orden de 60.000 euros al día.
El combustible gastado generado por las centrales
españolas hasta finales de 2021 ocupa un volumen de 8.700 metros cúbicos que, una
vez guardados en contenedores adecuados, cabrían en una nave del tamaño de un
campo de fútbol.
Este material ha generado casi 2,2 millones de GWh,
lo que representa alrededor del 25 % del consumo eléctrico español en los
últimos 35 años. De no haber existido centrales nucleares en España, el uso de
carbón y gas para producir esa misma energía habría supuesto unas emisiones de
CO₂ de casi 1.000 millones de toneladas.
COMPOSICIÓN DEL COMBUSTIBLE GASTADO
Este combustible gastado es en un 95 % uranio que
podría reutilizase. Una pequeña parte lo forman los productos de fisión, que
son los isótopos más radiactivos, pero que se desintegran en pocos años. Y
también hay una cantidad pequeña en masa de isótopos radiactivos de vida larga
e intermedia (aproximadamente 20 kg por tonelada) que son el componente más
crítico de este tipo de materiales.
Debido a esos isótopos radiactivos, el combustible
gastado se considera un residuo de alta actividad. Para su aislamiento a largo
plazo es necesario enterrarlo en lo que se denomina almacén geológico profundo,
donde lentamente estos isótopos vayan desapareciendo.
Pero antes de llegar a esta fase, los elementos
combustibles deben almacenarse temporalmente varias decenas de años. La razón
fundamental es que una vez que se extrae el combustible gastado del reactor, la
desintegración radiactiva genera mucho calor, sobre todo en las primeras
semanas y meses y ello requiere que esté refrigerado.
LOS PLANES DEL ALMACÉN TEMPORAL CENTRALIZADO
En diciembre de 2004 el Parlamento Español, en su
Comisión de Industria del Congreso de los Diputados, estudió el asunto y llegó
a la conclusión de que la mejor solución era construir un almacén temporal
centralizado al que trasladar todo el combustible gastado y los vidrios de alta
actividad almacenados en Francia. Posteriormente se creó una Comisión
Interministerial para establecer los criterios que debería cumplir el
emplazamiento del ATC y de su centro tecnológico asociado.
El ATC es una instalación robusta pero no compleja
cuyo objeto principal es garantizar que el combustible gastado se mantiene
almacenado al menos 60 años. No produce ningún tipo de emisiones ni apenas
tendrá consumos energéticos. Una instalación análoga en Holanda está situada en
un polígono industrial.
El combustible gastado se trasladaría de las
centrales al ATC en resistentes contenedores desde los que se trasferiría al
interior de cápsulas selladas. Las cápsulas finalmente se introducen en tubos
de almacenamiento que se sitúan en celdas de hormigón. Los elementos quedan finalmente
aislados por un triple blindaje: cápsula, tubo de acero y muro de hormigón.
La instalación obviamente debería ser antisísmica,
pero el lugar donde se construya no debe tener condiciones geológicas muy
especiales. Debería cumplir con las condiciones impuestas por el Consejo de
Seguridad Nuclear (CSN).
La instalación de un centro tecnológico de
investigación anejo sobre residuos radiactivos era un aspecto muy importante
asociado a la construcción del ATC.
PIEDRAS EN EL CAMINO
En diciembre de 2009 se efectuó la convocatoria
pública para la selección de los municipios candidatos a albergar el
emplazamiento del ATC. Hubo trece municipios candidatos, procedentes de cinco
comunidades autónomas diferentes.
Si bien la mayor parte del proceso se desarrolló durante
la etapa como presidente del Gobierno de J. L. Rodríguez Zapatero, no fue hasta
el Consejo de Ministros de final de diciembre de 2011, con el entonces recién
investido Gobierno de M. Rajoy, cuando se adjudicó la ubicación para el Almacén
Temporal Centralizado al municipio conquense de Villar de Cañas. El ATC tenía
entonces un apoyo mayoritario a nivel municipal, provincial y autonómico, al
coincidir al frente de todos esos ámbitos el Partido Popular.
Parecía que los políticos se habían puesto de acuerdo
en un tema que afectaría a varias legislaturas. Pero años después todo resultó
ser un espejismo.
Tras unas nuevas elecciones en Castilla-la Mancha,
un gobierno de coalición, presidido por E. García-Page, se desentiende del
acuerdo que alcanzaron sus predecesores y recurre a diversas maniobras legales
para paralizar el proyecto, como fue declarar en 2015 parte de la finca donde
se construirá el ATC zona de especial protección para las aves (ZEPA),
posteriormente anulada en 2020 por el Tribunal Superior de Justicia de
Castilla-La Mancha.
En 2018 la misión internacional ARTEMIS ratificó que
la mejor opción para almacenar este material seguía siendo la construcción del
ATC, viendo en ese punto una fortaleza destacable del programa español de
gestión de residuos radiactivos. Los estudios para construir el ATC en Villar
de Cañas continuaron, al igual que los litigios.
LOS ALMACENES TEMPORALES DESCENTRALIZADOS
Después de varios años y un gasto de varios millones
de euros, en julio de 2018 el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto
Demográfico (MITECO) pide al CSN que interrumpa su evaluación, casi terminada,
de cara a la concesión del permiso de construcción.
Tras más de cuatro años de paralización, finalmente
decide cerrar esta vía. La nueva propuesta del séptimo Plan General de Residuos
Radiactivos opta por construir siete almacenes temporales descentralizados, uno
en cada central nuclear.
En la solución centralizada, los emplazamientos de
las centrales nucleares una vez clausuradas quedarían libres para otros usos.
Ahora deberán permanecer indefinidamente como emplazamientos nucleares con
zonas de acceso restringido. Esta decisión supondrá un sobrecoste de varios
miles de millones de euros –la diferencia en la partida destinada al
almacenamiento temporal entre el sexto plan general de residuos radiactivos y
el séptimo se estima en unos 5.500 millones de euros– pues se multiplican las
instalaciones por siete.
Además, al perder el ATC y su centro tecnológico de
I+D se complican innecesariamente los problemas de seguridad, ya que habrá que
construir una instalación donde poder manipular los contenedores de combustible
gastado, para su mantenimiento y eventual reparación, pudiendo necesitar
traslados temporales entre los almacenes. Y dicha instalación no tiene aún
ubicación ni proyecto definido.
Otro tanto ocurre con la protección física y
ambiental, cuya complejidad se multiplica también por siete.
Además habrá que construir un nuevo almacén temporal
en el emplazamiento de Vandellos I para poder retornar a España los residuos de
Francia. La paradoja es que los que evitaron tener un ATC en Villar de Cañas
ahora tendrán dos almacenes temporales en la misma Comunidad Autónoma y otros 5
repartidos en otras tres.
Lo curioso es que en el propio borrador del 7º Plan
General de Residuos Radiactivos (PGRR) se reconocen estos problemas, pero se
opta por los siete almacenes pues:
“Tras la consideración de las alegaciones formuladas
durante el periodo de información pública y consultas, se han puesto de
manifiesto las dificultades que se plantean para lograr el necesario grado de
consenso social, político e institucional para la construcción de una
instalación de esta naturaleza, por lo que se considera inviable disponer de un
ATC”.
Es decir, se ha elegido esta opción que se sabe peor
y más cara. Naturalmente, todos los extracostes asociados a esta decisión los
deberá soportar el consumidor de electricidad, es decir, todos los ciudadanos.
Nadie va a pedir cuentas a quienes toman las decisiones por gastos innecesarios
que se extenderán por decenas de años.
LA NUCLEAR EN LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA
En el mismo 7º PGRR, en base al actual Plan Nacional
Integrado de Energía y Clima (PNIEC), se contempla el cierre entre 2027 y 2035
de todas las centrales nucleares españolas que supuestamente se sustituirán por
renovables. Lo mismo decía Alemania cuando decidió cerrar sus nucleares y
acabaron creando una dependencia del gas ruso y de la continuación en la quema
de carbón.
La experiencia demuestra que la variabilidad de las
fuentes renovables obliga a complementarlas con fuentes que garanticen el
suministro cuando el viento no sople, falte el agua o no salga el sol. A cambio
de unos pocos metros cúbicos de residuos, las nucleares en la base del sistema
eléctrico resuelven este problema sin emitir CO₂.
El 7º PGRR dice que para 2073 se dispondrá de un
almacén geológico profundo, necesario en todo caso. Pero, si para un ATC, que
es una decisión temporal, no ha habido acuerdo, ¿lo habrá para un almacén
geológico profundo?
Sin un acuerdo político amplio como el que se logró
en 2004, nunca será posible llegar a tener una adecuada gestión de los residuos
radiactivos de alta actividad y el combustible gastado. Sin salir de Europa,
tenemos buenos ejemplos en los que fijarnos en Finlandia, Suecia y Francia,
entre otros.
.-
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